Reflexiones sobre la gestión de la crisis humanitaria centroamericana

Carlos Barrachina Lisón
10 de junio de 2019

Estamos viviendo una crisis humanitaria sin precedentes. Señala el gobierno de México que este año transitarán por nuestro país 800.00 migrantes indocumentados. US Customs and Border Protection de los Estados Unidos (CBP) acaba de publicar el 5 de junio, en medio de las negociaciones con México una tabla de detenciones de migrantes en los Estados Unidos.

México desde el 2001 hasta finales del 2018 había deportado casi dos millones trescientos mil centroamericanos. Se señala en la prensa que en diciembre del 2018 expulsó a 5.717 personas y en mayo de 2019 a 15.654. En general México lleva conteniendo la migración indocumentada muchos años.

No hay duda que las capacidades de «regularización» de migrantes de las autoridades mexicanas y estadounidenses están desbordadas por la situación, pero ello se debe a una falta de previsión frente a una crisis que no es nueva.

La negociación de esta semana en Washington DC no debe ser leída como una cuestión de quien ganó o perdió… aunque tanto Trump como López Obrador utilicen la crisis humanitaria como arma publicitaria de sus administraciones.

Es un asunto que atañe a la región en su conjunto y debe abordarse desde diferentes perspectivas. Seguramente se continuará la política del presidente Obama. Se tratará de apoyar la inversión en desarrollo en la región centroamericana, y se aumentara la securitización, la persecución de migrantes y las deportaciones; así como la militarización de la frontera.

¿No se creó la Guardia Nacional para combatir al crimen organizado y reducir las tasas de homicidios? Trump ha cambiado su misión, y los gobiernos estatales y locales deben apurarse en fortalecer sus instituciones policiales y municipales sin justificación alguna.

Los datos son escalofriantes. Tanto en el incremento de migrantes indocumentados, como en el de homicidios en México.

La política de «amor y paz» de AMLO debe dar paso a esfuerzos serios para atender tanto la crisis humanitaria, como la de inseguridad en el país. En otro caso, si se siguen maquillando las cosas, tendremos muchos más problemas.

Es casi chistoso que de repente para Trump el narcotráfico y otro tipo de actividades delictivas ya no sea relevante, y si lo sea el tránsito de personas inocentes que huyen de situaciones de violencia y pobreza estructural que no son admisibles en un contexto en el que se fomenta la igualdad y la democracia en el mundo.

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